Así como en los momentos previos a los juegos olímpicos, o en las carreras de relevos nos pasamos la antorcha, Dios en sus propósitos eternos en determinados momentos de la historia decide pasar la antorcha entre sus siervos, luego del cumplimiento de los propósitos y tareas del antecesor; tal es el caso de Moisés a Josué, Elías a Eliseo, Pablo a Timoteo y Tito. Y guardando las proporciones Nuestro Señor Jesús a los apóstoles y a su iglesia.

Dios no se asombra ni se escandaliza, ni entra en detalles, si para cumplir sus planes eternos decide terminar con la vida de sus siervos, Dios no tiene ningún problema en hacerlo; porque ante todo han sido vidas entregadas y sometidas al señorío de Dios, verdaderos siervos del Altísimo.  El entender esta realidad nos ayudará a lidiar con nuestros egos.

Hoy la antorcha la llevas tú, tus eres la persona escogida por Dios para cumplir sus propósitos en este tiempo, no sabes cuantos siervos han tenido que morir abriendo brecha y defendiendo el evangelio, para que ahora la antorcha la tengas tú, es probable que sin darte cuenta ya estés preparando al que va a tomar tu antorcha, o esté delante de ti sin saberlo.

Lo verdaderamente importante es que te extiendas, que prosigas a la meta, al cumplimiento del supremo llamamiento, por el cual Cristo te tomó a ti; sin olvidar que en cualquier momento cuando Dios lo determine nos llamará a su regazo.

Que nunca se apague la luz de Cristo en vuestros corazones, que esa luz perdure hasta el día de nuestra muerte, que Dios ya tiene preparado al que tomará esa antorcha, al que mantendrá la llama viva que tú te esforzaste en cuidar y avivar.

EL MORIR ES GANANCIA Y EL VIVIR ES CRISTO.

Ps. Luis Daniel Fernández Rivera.