La semana pasada, pensando en el Devocional de la historia del Sapito, que no dejó de ser Sapito, Y sapeó a sus compañeros, me decía yo, que tremendo como Dios se vale para cuidarnos, como ha utilizado personas de esa manera para cuidarnos, cuando sentí en mi corazón una voz que me decía, al que más cuidé fue al sapito; ¡como, no entiendo Señor!. Y esto fue lo que entendí: El sapo tenía tan arraigada su naturaleza de sapo, su identidad, que le fue imposible caer en la tentación de las drogas, aunque fue a la cita, y en su humanidad quiso participar del parche, su naturaleza no lo dejó; mientras que a los otros, si en otra oportunidad los vuelven a tentar, muy seguramente caerán en la tentación; en cambio al sapito donde quiera que vaya, su naturaleza, su identidad arraigada, lo protegerá…. ¡GRACIAS SEÑOR!, inmediatamente comprendí que de esa misma forma él nos cuida, y todo aquel que tiene esa nueva naturaleza, esa identidad, ese temor de Dios en su corazón, no peca deliberadamente.
1 Juan 3: 9 “Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.”. El sapito tenía el ADN de sapo, su identidad, su naturaleza que lo lleva a contar las cosas, Nosotros los hijos de Dios tenemos la Simiente Santa, nuestra nueva naturaleza, que no nos deja practicar el pecado, y no puede pecar de esa manera, porque es nacido de Dios.
Aquí vemos como Dios se asegura de cuidarnos, como opera también su Providencia, como nos pone el sello del Espíritu santo, para que seamos consagrados a él, y a su Reino. Estoy seguro que tú en algunas ocasiones has experimentado ese cuidado, que has llegado a pensar en hacer algo malo, lo llegamos incluso a planear, y hasta hacemos llamadas, preparamos las coartadas; pero llegada la hora, en el momento definitivo, no podemos hacerlo, hay algo más poderoso que tus fuerzas que te lo impide, más poderoso que tus deseos más carnales; LA SIMIENTE SANTA, EL TEMOR DE DIOS PREVALECE, y no nos deja pecar. De esta manera podemos nosotros tener una medida de cuanto estamos en Cristo o por Fuera de él.
Si el espíritu Santo nos habla y NO nos convence de Pecado, estamos mal espiritualmente, muy separados de Dios, al punto que deberíamos preguntarnos si verdaderamente hemos nacido de Dios; porque 1 Juan 3: 9 dice que “Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
Si antes lo pecábamos con facilidad, o con temor pero terminábamos haciéndolo de igual manera, ahora en cristo no podemos ser capaces de pecar deliberadamente, de ser practicante del pecado; por el sello, la simiente santa que mora en nosotros, esa simiente nos guardará y marcará para santificación toda la vida (FOREVER), esa será nuestra esencia en el Señor, nuestra identidad y no podremos pecar, así como el Sapo Bendito.
Salmo 139: 23,24 “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos;24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.
Ps. Luis Daniel Fernández Rivera.
4 respuestas
La simiente santa y el temor de Dios debe prevalecer en nuestras vidas para que el pecado no nos inunde
Amén 🙏 gloria a Dios
Después de leer pude comprender que cuando se tiene a Dios en su corazón siempre hay que hacer las cosas que a el le agradán y pedirle que no aparte de lo malo y las personas mal intencionadas como el sqpo porque siempre prevalece la naturaleza de estás mismas Dios con nosotros siempre
hoy en día es muy importante el temor a dios enseñar a nuestros niños y niñas desde temprana edad este temor hacia dios porque al señor le gusta las personas obedientes y asi puede permanecer el amor de dios en nuestros corazones.